Me senté cerca,
te miré de reojo y pensé
que te había visto antes en otro lugar,
reconocí gestos que nunca realmente he visto
y un aroma que nunca he olido,
tampoco sé del tacto que ha de ser suave,
pero de pensarlos encontré
recuerdos en mi de ti y supe
que tenía un buen número de canciones
para oír y cantarte sabiendo me las regalaste a mi,
un repertorio que engrosaste
en los días efímeros que volviste a brillar.
Entonces me senté algo más cerca
y tomé tu mano para conocerte otra vez
teniendo siempre en mi mente
ese perfume que se impregnó en mi alma antes
cuando tú me miraste y te sentaste cerca de mi.
Sin embargo no contaba,
que después de volver a encontrarnos
volverías a realizar tu acto otra vez
y volverías a desaparecer para mi.